En el corto tiempo desde que lanzaron su aclamado disco debut, «Sore», Dilly Dally recorrió el mundo y cogió a la prensa por sorpresa, para casi colapsar bajo el peso de su propio éxito y dejarlo para siempre. Levantándose de las cenizas con más poder y convicción que nunca antes, el nuevo álbum de los rockeros de Toronto se titula, apropiadamente, ‘Heaven’, y es una oda feroz y ardiente al optimismo, un grito de batalla empapado por la distorsión por la esperanza y la belleza en un mundo de oscuridad y duda. La frontwoman Katie Monks describe las canciones como mecanismos de afrontamiento y de hecho podrían ser algo así como un kit de supervivencia para tiempos difíciles o una declaración de fe en el poder de la música y un recordatorio ardiente de que no necesitamos esperar hasta la otra vida para que las cosas mejoren.
Grabado con el productor Rob Schnapf (Elliott Smith, Beck), ‘Heaven’ destaca los bordes ásperos de Dilly Dally en toda su gloria, extrayendo cada onza potente de energía de los tonos pantanosos, las voces ásperas y la sección de ritmo volátil. Si bien la música es innegablemente feroz, hay una elevación entretejida en cada canción. ‘Heaven’ se abre con el soñador «I Feel Free», que comienza como un paisaje sonoro flotante y sin ataduras antes de transformarse en un himno altísimo para un mundo que está listo para finalmente pasar la página sobre toda la oscuridad y la desilusión que han causado los últimos años.
Rolling Stone calificó a ‘Sore’ como una ruptura “ardiente” que “suena como una identificación desatada con un pedal de distorsión enfermo”, mientras que Fader dijo que “golpea ese punto dulce siempre evasivo entre la imprudencia total y el control astuto”, y Pitchfork dijo que el grabar «rezuma con el deseo femenino» y ofrece «una fuerte arrogancia que recuerda a algunos de los mejores momento del rock alternativo». En el Reino Unido, The Guardian elogió los «bajos contundentes, guitarras retorcidas y voces rojas», y The Line Of Best Fit lo denominó «un primer álbum seminal». La música le valió a Dilly Dally giras co bandas como METZ y Fat White Family, además de su primera gira internacional y presentaciones en festivales como Osheaga o Field Day.